Como Bob

Bob Esponja

La precipitada llegada a Madrid sirvió para que el miércoles fuésemos directamente al neurólogo porque los calambres y el cosquilleo de los pies no había remitido. Otra sesión de inmunoglobulina y a ver si en tres o cuatro días te empieza a hacer efecto. El el documento que me dio para el hospital de día ponía que padezco “polirradiculoneuropatía desmielinizante crónica“, chúpate esa mandarina. Efectivamente, para el sábado ya se me habían ido los calambres y, valiente de mi, me fui a dar un paseo. Al día siguiente tenía unas agujetas de dos pares. Además, me han vuelto los dolores en los brazos debido a las enervaciones. Hoy me he acercado a ver de nuevo al neurólogo y casi que me ha dicho que me vaya acostumbrando, que esto es lo que me queda, que por algo se llama enfermedad crónica.

Llega un momento en el que todo se torna absurdo. Por eso sigo diciendo que me falta perspectiva. Pero claro para tener perspectiva hay que alejarse un poco para verlo todo claro. Ya me gustaría a mí tomarme las cosas como Bob. Tener esa buena manera de encajar los problemas, ese eterno optimismo, esa inocencia perdida

Así que nada, la incertidumbre de nuevo. Ya no sé para donde tirar. Esto es lo que me espera, ¿durante cuanto tiempo?. Pues para siempre, que por eso es crónica.

Quince días

Pues ya hace hoy quince días desde la última entrada. No había pasado tanto tiempo sin escribir nada por aquí. He estado bastante desconectado. De hecho por teléfono sólo he hablado con mi padres. Y con el internet bajo mínimos pues tres cuartos de lo mismo. Ha sido un retiro voluntario, pero eso no quiere decir que no haya pasado nada en estos quince días.

Después del feliz reencuentro con Martina nos fuimos a la playa pero tardamos poco en volver al campo. Piscina y gimnasio era un plan más acorde a mis necesidades. Al contrario de la última vez, las visitas fueron mínimas. Una vieja amiga que hacía diez años que no veía. Verla me dio mucha alegría y me confirmó que la gente no cambia: ella sigue siendo la misma descreida de risa fácil que conocí hace cerca de 20 años. Lo de que la gente no cambia me hizo pensar mucho y me puso un poco triste. ¿Quiere decir eso que los que nos rodean y nosotros mismos no vamos a mejorar nuestros defectos ni un poquito? Quiero pensar que aun somos demasiado jóvenes y las mejoras vendrán más adelante. Pero hasta entonces hay que aguantarse con lo que hay. Y no sé si me apetece.

Ya en Málaga empezamos a pasar calor. Y me dejó KO. Todo el día muy cansado.  Y lo peor estaba por venir. El último fin de semana me empecé a encontrar más cansado de lo normal, con los gemelos doloridos y el temible adormecimiento de los dedos de los pies. Después de esperar durante el sábado a ver como evolucionaba decidimos adelantar la llegada a Madrid para el domingo. Como el neurólogo me había pautado la inmunoglobulina cada 21 días pues me he venido hoy a que me la pongan. Ya veremos como respondo. Este tipo de cosas son las que minan el ánimo, la incertidumbre.

Ya llega septiembre y se supone que hay que empezar de cero, con fuerzas renovadas y eso. La verdad es que ahora mismo no tengo ni ganas. Le doy muchas vueltas a la cabeza y no sé bien como hacer lo de empezar de cero. Tengo un par de ideas pero son más bien de Cambio Radical.

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Eternos adolescentes

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Por su culpa los de nuestra generación siempre seremos unos eternos adolescentes. Porque sin el John Hughes de los ochenta no existiría la comedia que se hace hoy en día. “Te quiero, tío” nos habla de los niños que vieron “El club de los cinco” y “Todo en un día” y no quieren ser mayores. Al menos no quieren perder esa vitalidad adolescente. Por eso los de nuestra generación tenemos una consola (wii o PS3), no se nos cae la cara de verguenza si vamos a ver una de dibujitos (Coraline o Ponyo) o nos ponemos camisetas de Star Wars. Las dos películas que menciono de John Hughes son sus dos Obras Maestras: “El club de los cinco” se convierte en el retrato generacional de la década de los 80 y, a pesar de sus extremos estilismos, sigue vigente hoy en día como uno de los mejores acercamientos a lo que es SER adolescente; y “Todo en un día” es todo lo que nos hubiese gustado ser, es el reverso del espejo, es el mundo ideal que nosotros podemos construir con sólo desearlo, pero claro, hay que tener el carisma de Ferris Bueller.

Ferris Bueller

Dramatismo literario

A veces creo que hay una delgada línea entre el dramatismo literario que has querido imprimirle desde el principio y que tanto gusta a tus lectores y tu estado de ánimo real.
Texto de un lector del blog.

Creo que debe ser un cumplido que alguien considere que tus textos tengan un cierto dramatismo literario. Eso le imprime a este blog una cierta distancia y así parece que estoy hablando de otra persona. Aunque la verdad es que este blog es de las cosas más personales que he hecho en mi vida. A veces intento imprimirle a lo que escribo un poco de ironía y humor para hacerlo un poco más llevadero y tampoco alarmar y alarmarme.

También me gusta que se considere que tengo lectores. Es una tontería, pero que alguien piense que tengo lectores, que hay alguien leyendo, que tú no eres el único que me lee es de agredecer. Como dije en su momento, me sirve y os sirve. Este blog es para mí y para vosotros.

Como quiero seguir con el tono optimista, simplemente remarcar que estos días estoy tranquilo, durmiendo bien, descansando y pasando unos días con la familia.

Ya habrá otro momento para dramatismos.

El sentido

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¿Por qué algo tiene que tener sentido? ¿Por qué empeñarse en esa especie de Justicia Divina? ¿Si eres bueno te pasarán cosas buenas? ¿Si eres malo te pasarán cosas malas?

Pues no, nada tiene sentido. Todo es casual y azaroso. Pero nos empeñamos en que no sea así. Y así nos va. Porque la casualidad y el azar no son malos.

La ventaja del insomnio es poder ver series antes de quedarte dormido. Y así, de dos en dos, me he ventilado la primera temporada de “True Blood” en cuatro días.

“True Blood” no tiene sentido. Todo es azaroso, caprichoso, casual. Pero es fascinante. No huye de los tópicos de los vampiros y a su vez los pervierte. Es drama, es comedia, es terror, es fantasía. Anna Paquin es buena y mala actriz a la vez. Cuando la ves no estás seguro si es autoirónica o visionaria. Pero es magnífica y no puedes dejar de verla.

Sé que no tiene sentido lo que digo pero, ¿por qué tiene que tener algún sentido?