La crueldad asumida

Me desmarco con un tema de actualidad: las hijas de Zapatero.

Me da igual si son góticas, punkarras o perroflautas. Me parece perfecto que se reivindiquen en su personalidad a la hora de vestir, como buenas adolescentes que son. Lo que me llama la atención es que asumimos sin ningún reparo que estas niñas van a ser fruto de escarnio, cachondeo y crueldad. Yo soy el primero que me río con los fotomontajes que surgen por la red. Pero piénsalo un poco. Ponte en el lugar de ellas. El lunes cuando vuelvan al colegio, un colegio público (a estas niñas no le pagamos un colegio privado), sus amigas góticas les apoyaran seguro, pero después estarán los guays de la clase que se cachondearán de ellas, aun más de lo que lo harían antes. No olvidemos que tienen 14 y 16 años. Ya nadie recuerda lo vulnerables que éramos algunos a esa edad. Y digo éramos, porque yo era de los que sufría el cachondeo de los guays. Y no es que fuese vestido especialmente raro, ni fuese empollón. Sí que era un poco redicho y no me callaba ni una aunque supiese que me podía meter en un lío (y en más de uno me metí). Por eso me parece un poco triste que asumamos con tanta facilidad que la sociedad se va a reir de ellas, que van a tener que ver como su imagen es alterada y distorsionada contra su voluntad. Muchos dirán que son personajes públicos, pero no lo son. Son adolescentes que tienen la “suerte” de que su padre sea el Presidente del Gobierno. No entro a valorar si sus padres han hecho bien o mal en mantener a sus hijas en ese anonimato.

Somos crueles sin pudor, nos reímos porque son góticas, lo tenemos tan interiorizado que no nos afecta. El problema son los demás porque yo me río sin maldad.

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La verdad

Muchas veces he pensado que la verdad está sobrevalorada. Decir la verdad no siempre es necesario. Ni útil. Ni responsable.

En Battlestar Galactica, Lee Adama quiere saber la verdad. A toda costa. Por encima de sus seres queridos, de su familia, por encima de los poderosos. Aun a sabiendas de que la verdad puede que sea injusta. Pero es lo suficientemente responsable para aceptarla. Es practicamente un suicido pero sus convicciones son más fuertes que su instinto de supervivencia. Finalmente, logra conocer la verdad y hacer que los demás la vean. Y hace sentir a todo el mundo responsable de sus miserias y sus errores. Que es muy fácil poner un cabeza de turco y echarle toda la culpa. Todos somos responsables y un poco culpables.

Lee ya no es el mismo. Este proceso ha sido un resorte que ha hecho salir pensamientos que ya estaban ahí, pero que no quería afrontar Tampoco quiere volver a ser el mismo. Sabe que tiene que tomar nuevos caminos y seguir enfrentándose a todo lo que se le ponga por delante. La verdad hay que saber afrontarla, responsibilizarse de ella, y, sobre todo, saber aceptar el sacrificio que conlleva. Que en nuestro camino hacia ella puede que nos llevemos a alguien por delante. Pero al final comprenderán que era necesario que hubiese alguien que nos pusiese delante del espejo.

Aunque en ese momento sea doloroso.

lee adama

“Did the defendant make mistakes? Sure, he did. Serious mistakes. But did he actually commit any crimes? Did he commit treason? No. I mean, it was an impossible situation. When the Cylons arrived, what could he possibly do? What could anyone have done? I mean, ask yourself, what would you have done? What would you have done? If he had refused to surrender, the Cylons would’ve probably nuked the planet right then and there. So did he appear to cooperate with the Cylons? Sure. So did hundreds of others. What’s the difference between him and them? The President issued a blanket pardon. They were all forgiven. No questions asked. Colonel Tigh. Colonel Tigh used suicide bombers, killed dozens of people. Forgiven. Lieutenant Agathon and Chief Tyrol. They murdered an officer on the Pegasus. Forgiven. The Admiral? The Admiral instituted a military coup d’etat against the President. Forgiven. And me? Well, where do I begin? I shot down a civilian passenger ship, the Olympic Carrier. Over a thousand people on board. Forgiven. I raised my weapon to a superior officer, committed an act of mutiny. Forgiven. And then on the very day when Baltar surrendered to those Cylons, I, as Commander of Pegasus, jumped away. I left everybody on that planet alone, undefended, for months! I even tried to persuade the Admiral never to return. To abandon you all there for good. If I’d had my way, nobody would’ve made it off that planet. I’m the coward. I’m the traitor. I’m forgiven. I’d say we’re very forgiving of mistakes. We make our own laws now, our own justice. We’ve been pretty creative at finding ways to let people off the hook for everything from theft to murder. And we’ve had to be. Because… Because we’re not a civilization anymore. We are a gang. And we’re on the run. And we have to fight to survive. We have to break rules. We have to bend laws. We have to improvise. But not this time, no. Not this time. Not for Gaius Baltar. No. You, you have to die. You have to die, because… Well, because we don’t like you very much. Because you’re arrogant. Because you’re weak. Because you’re a coward. And we the mob, we want to throw you out the airlock because you didn’t stand up to the Cylons, and get yourself killed in the process. That’s justice now. You should’ve been killed back on New Caprica, but since you had the temerity to live, we’re gonna execute you now. That’s justice!” –Lee Adama

Anticristo

Antichrist

Por el mes de mayo David y yo nos hartamos de reír con la crónica que el Boyero hizo de Anticristo. Más o menos venía a decir que al que le hubiera gustado esta película era “para darle una de hostias”. Esta claro que no es una película para todos los gustos, que es lo mismo que no decir nada, porque ninguna película es para todos los gustos. Yo más bien diría que es la típica película que no recomendaría a nadie. Me explico. No quiero que nadie vaya a ver esta película por lo que yo escriba. Y, con lo bien que me cae, no quiero que el Boyero me hinche a hostias. Pero que tengo que decir que me gustó “Anticristo“.

El talento visual de Lars Von Trier es innegable; incluso en “Los idiotas”, donde empezó a utilizar el vídeo como formato de grabación, existía una extraña belleza inherente a la inmediatez del formato. Aquello era hace diez años y la tecnología avanza que es una barbaridad. Y esta evolución queda patente en “Anticristo”: sigue habiendo esa inmediatez, esa cámara al hombro, pero la belleza de las imágenes está más depurada. Y esta depuración estilística la aplica también a la historia. Dos personajes y punto. Pero vaya dos personajes: una escritora francesa deprimida, medio poseida y un punto histérica; y un psicólogo americano arrogante, pedante y bienintencionado. Ambos unidos por una tragedia. No quiero contar mucho de la historia, ni siquiera de la primera secuencia. Lo peor de “Anticristo” es que no somos vírgenes como espectadores. Ya nos han contado los “momentos cumbres” y estamos sobre aviso. Ese estar sobre aviso resta el impacto de las salvajadas ideadas por el señor Von Trier, pero sería injusto valorar esta película por esos tres o cuatro momentos límites.

David decía que las feministas tienen que estar que trinan con la película; pues anda que lo psicólogos tienen que estar buenos. El personaje interpretado por Willem Dafoe, psicólogo profesional, es de un naïf intelectual que echa para atrás. En su intento por ayudar a su mujer a salir de la depresión tira de todos los clichés de psicólogos que pueda haber y claro ella llega un momento que se harta de tanta tontería y lía la marimorena.

La naturaleza, como concepto, sería el tercer personaje y ahí es donde Lars se tira al vacío. Los árboles, los animales, la tierra, la niebla, el bosque… En la naturaleza reside el miedo y y reina el caos. El mundo no-creado-por-el-hombre es a lo que tememos más. Lo imprevisible y lo desconocido. La incertidumbre, como siempre, es la verdadera enemiga. Contra la naturaleza no podemos luchar. Y es lo que nos hace enloquecer. Ella no quiere aceptar lo que el destino le ha deparado. Él prefiere buscar coartadas para no ver la verdad. Y la naturaleza se venga y los pone en su sitio.

Esta semana

esta semana

La verdad es que no me había dado cuenta que llevaba tanto tiempo sin escribir. Entre una cosa y otra esta semana se me ha pasado volando.

El lunes fue psicológicamente movidito. Visita a la clínica López-Ibor: reconocimiento médico, test de Rorschach, dibuja un hombre, dibuja una mujer, mapa cerebral, intento de provocarme epilepsia, gomina y cinco minutos con el psicólogo para que me cambie la medicación. Ahora lo intentamos con Duloxetina. Nos vemos en dos semanas.

El martes tuve un amago de resfriado que no llegó a mayores, pero la que sí ha caído es Martina.

El miércoles vuelta a La Paz. Consulta con la doctora de rehabilitación. Me confirma lo que me dijo hace un mes: la cosa está estancada, nos damos un mes más de rehabilitación y lo dejamos ya. Yo por mi cuenta empiezo a ir a la piscina y así me voy desligando del hospital.

El jueves veo al neurólogo y me manda un TAC completo. Estas cosas son como en House: vamos dando tumbos a ver si encontramos algo, y si no aparece nada decimos que es autoinmune y a otra cosa mariposa. Ya por la tarde, vuelvo a ir a la piscina que me sienta muy bien para todo el cuerpo menos para el oído izquierdo que me duele una barbaridad; me habrá entrado agua. Me siento tan bien físicamente que animo a ir al cine y ver “Anticristo”, que ya son ganas de fastidiar un buen día. Como Lars es mucho Lars, se merece un post para él solo. Próximamente.

La noche la pasamos regular. Martina diciendo que está resfriada a las cuatro de la mañana y yo, que tampoco podía dormir, intento ayudarla. Así, nos despertamos los dos con un mal cuerpo considerable; ella con mocos y ojeras y yo con dolor de oído y cansancio generalizado.

Claro que han pasado más cosas esta semana. Incluso algunas más importantes y definitorias que las que he contado, pero son secreto sumarial.

Maps

Maps - Yeah Yeah Yeahs

Me gusta poner el Iphone en modo de reproducción aleatorio. Porque resulta que tengo más de tres mil canciones en el ordenador, discografías completas y albumes enteros de muchos artistas. Y claro, no he escuchado atentamente toda la música que tengo. Por eso tengo una lista de reproducción en el Iphone que va cambiando cada vez que conecto el teléfono y así voy escuchando canciones que tengo escondidas en la biblioteca.

Así es como he descubierto “Maps” de Yeah Yeah Yeahs, y no paro de escucharla compulsivamente en los últimos días. Es lo que Andrés llamaría un temazo. Me encanta escuchar una canción de forma obsesiva: aprenderme la letra, estudiar su estructura, escudriñar los instrumentos por separado, sentir la forma de cantar. “Maps” es del 2003, es decir, que tiene ya más de seis años. Pero suena intemporal. Empieza con un punteo de guitarra repetitivo, se une la batería y el bajo en una línea contundente y comienza el fraseo de Karen O; no es una gran cantante, no tiene una voz portentosa, pero hay un sentimiento que supera a toda técnica vocal (esto se ve en el vídeo). En sí la canción es repetitiva, pero no en el mal sentido. Habla de una obsesión y obsesionarse con algo es repetir los errores. Y de repente estalla, se distorsiona, se desmadra, pero después se tranquiliza. Y vuelve a su ritmo inicial. Y se desmadra otra vez, y termina. Me encantan las canciones que terminan. No me gusta que haya un “fade out” y el cantante siga cantando mientras la canción pierde volumen, me parece de vagos; “no se nos ocurría otra manera de terminar la canción”.

“Maps” llevaba en mi biblioteca varios años quizás, pero la descubrí hace un par de días. Y además, y esto es casualidad, Karen O ha compuesto la banda sonora de “Where the wild things are“. Nos quedan tantas cosas por oir.


Salvaje

“Hola. He dormido muy bien.” Es lo primero que oigo por la mañana. Y no puedo pensar en mejores palabras para empezar el día.
“Vamos al salón”.
“Tómate el café”.
“Quiero jugar al perro”.
Como mucho nos vamos a la calle al parquecillo de enfrente pero vuelvo muerto y la siesta no me la quita nadie.
Vemos los dos trailers de “Where the wild things are” y le encantan. Y me dice que se los ponga otra vez. “La película de los monstruos”. Y se trae el cuento y empieza a identificar los monstruos del cuento con los de la película. “Mira el toro, este parece una cabra, y ese parece un pato. El niño se llama Max”.
Cenando vemos Bob Esponja y nos ponemos a tocar la flauta con la nariz. “El amigo se llama Patricio.”
Ahora vamos a a la cama. Le leo el cuento de los monstruos. Aullamos a la luna.
Y a dormir.
“Quiero pipí. Quiero agua”.

“Hasta mañana…”

where the wild things are