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Esta semana

esta semana

La verdad es que no me había dado cuenta que llevaba tanto tiempo sin escribir. Entre una cosa y otra esta semana se me ha pasado volando.

El lunes fue psicológicamente movidito. Visita a la clínica López-Ibor: reconocimiento médico, test de Rorschach, dibuja un hombre, dibuja una mujer, mapa cerebral, intento de provocarme epilepsia, gomina y cinco minutos con el psicólogo para que me cambie la medicación. Ahora lo intentamos con Duloxetina. Nos vemos en dos semanas.

El martes tuve un amago de resfriado que no llegó a mayores, pero la que sí ha caído es Martina.

El miércoles vuelta a La Paz. Consulta con la doctora de rehabilitación. Me confirma lo que me dijo hace un mes: la cosa está estancada, nos damos un mes más de rehabilitación y lo dejamos ya. Yo por mi cuenta empiezo a ir a la piscina y así me voy desligando del hospital.

El jueves veo al neurólogo y me manda un TAC completo. Estas cosas son como en House: vamos dando tumbos a ver si encontramos algo, y si no aparece nada decimos que es autoinmune y a otra cosa mariposa. Ya por la tarde, vuelvo a ir a la piscina que me sienta muy bien para todo el cuerpo menos para el oído izquierdo que me duele una barbaridad; me habrá entrado agua. Me siento tan bien físicamente que animo a ir al cine y ver “Anticristo”, que ya son ganas de fastidiar un buen día. Como Lars es mucho Lars, se merece un post para él solo. Próximamente.

La noche la pasamos regular. Martina diciendo que está resfriada a las cuatro de la mañana y yo, que tampoco podía dormir, intento ayudarla. Así, nos despertamos los dos con un mal cuerpo considerable; ella con mocos y ojeras y yo con dolor de oído y cansancio generalizado.

Claro que han pasado más cosas esta semana. Incluso algunas más importantes y definitorias que las que he contado, pero son secreto sumarial.

Pequeño lobo

wolverine

En el día de ayer, por gentileza de Andrés, Ruth y Sergio, fuimos a ver X-Men Origins: Wolverine (soy así de pedante y pongo el título en inglés).
Me encantan las dos primeras películas de X-Men. Bryan Singer consiguió trascender el mero entretenimiento de película de acción y superheroes. Realizó dos películas que hablaban sobre el hecho de ser diferente, cómo enfrentarse a la sociedad que te aparta por ese hecho y nos hacía ver que hay múltiples maneras de enfrentarse a esa diferencia. Tampoco es que fuese Bergman, pero apuntó hacia las películas de acción inteligentes. Sin estas X-Men Chistropher Nolan nunca habría hecho The Dark Knight.
De la tercera me olvidé tal como la vi. Ni siquiera me acuerdo si me aburrió o me entretuvo. Indiferencia total.
Y me temo que algo parecido me pasará con esta Wolverine. Sí, está distraida, no miras el reloj mientras pasa, pero no deja poso. Que sí, que ya sé que es Wolverine que tampoco hay que pedirle peras al olmo. Pero es que lo que yo vi fue una película carente de emoción. A una película de acción le pido que me emocione en las tripas: que me remueva y me zarandee. Y aquí no hay nada de eso. La acción es epidérmica y todo termina pasando porque sí. No hay personalidad en la puesta en escena (¿Quién es Gavin Hood?)y los personajes tampoco es que sean el colmo de la psicología humana (¿Por qué el hermano de Wolverine es malo?). Después los efectos especiales son en ciertos momentos como de película de serie B. Está claro que Hugh Jackman es un tío carismático y que está como un tren, pero no es suficiente.
Así que ya sabemos por qué Wolverine tiene esqueleto de adamantio y no se acuerda de nada. Pues vale.