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Las series hablan de mi

En House siempre terminan hablando de enfermedades inmunológicas, prednisona y antivirales.

En Anatomía de Grey un personaje decía que se había quedado solo porque todo el mundo había huido de su enfermedad.

En el último capítulo de Community el protagonista no quiere aceptar que necesita de amigos y se hace el duro.

En Fringe, Olivia quiere saber más de lo que le conviene, le gustaría leer las mentes de los demás para conocer qué ha pasado.

Bonus track

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El asesino coherente

Dexter es un analista forense del departamento de homicidios de la policía de Miami especializado en sangre: tiene una extraña habilidad para la búsqueda de patrones en las salpicaduras sanguíneas. Esta cualidad viene dada por la experiencia ya que Dexter también es un asesino en serie. Dexter usa sus recursos dentro de la policía para “corregir” los fallos del sistema. Tomarse la justicia por su mano es la coartada perfecta para saciar su insuperable instinto asesino. Pero su coartada no es nada hipócrita, al placer de matar le tiene que acompañar su particular sentido de la justicia. Por ello es metódico, nada impulsivo y siempre consciente de sí mismo. Sabe lo que es y no necesita justificaciones morales para hacer lo que hace. Sólo mata a “malos” y se siente fatal cuando se equivoca, porque los monstruos también pueden ser humanos.

En sus cuatro temporadas hemos visto a Dexter mantener una constante lucha contra si mismo: un impecable esfuerzo por ser coherente, aceptar su propio ser y ser siempre fiel a su código moral. En todo este proceso también se sitúa una de sus mayores luchas: mantener la apariencia de normalidad. Como todo tarado emocional que se precie de serlo no sabe ser “normal”. Dexter no entiende a la sociedad que le pide que sea como ellos, pero él se esfuerza dentro de lo que cabe. A pesar de haber visto la cara del mal, mantiene un barniz de inocencia ante el mundo que le rodea. Y ahí radica parte de su encanto.

Dexter ya forma parte de la historia de la televisión. Pertenece a ese particular subgénero de series-personaje junto a Gregory House, Jack Bauer, Nancy Botwin, Don Draper, Hank Moody: ejemplos poco edificantes de nuestro propio ser, productos morales de nuestro entorno. Pero, ¿quién nos dice que nosotros somos mejores que todos ellos?

Esta semana

esta semana

La verdad es que no me había dado cuenta que llevaba tanto tiempo sin escribir. Entre una cosa y otra esta semana se me ha pasado volando.

El lunes fue psicológicamente movidito. Visita a la clínica López-Ibor: reconocimiento médico, test de Rorschach, dibuja un hombre, dibuja una mujer, mapa cerebral, intento de provocarme epilepsia, gomina y cinco minutos con el psicólogo para que me cambie la medicación. Ahora lo intentamos con Duloxetina. Nos vemos en dos semanas.

El martes tuve un amago de resfriado que no llegó a mayores, pero la que sí ha caído es Martina.

El miércoles vuelta a La Paz. Consulta con la doctora de rehabilitación. Me confirma lo que me dijo hace un mes: la cosa está estancada, nos damos un mes más de rehabilitación y lo dejamos ya. Yo por mi cuenta empiezo a ir a la piscina y así me voy desligando del hospital.

El jueves veo al neurólogo y me manda un TAC completo. Estas cosas son como en House: vamos dando tumbos a ver si encontramos algo, y si no aparece nada decimos que es autoinmune y a otra cosa mariposa. Ya por la tarde, vuelvo a ir a la piscina que me sienta muy bien para todo el cuerpo menos para el oído izquierdo que me duele una barbaridad; me habrá entrado agua. Me siento tan bien físicamente que animo a ir al cine y ver “Anticristo”, que ya son ganas de fastidiar un buen día. Como Lars es mucho Lars, se merece un post para él solo. Próximamente.

La noche la pasamos regular. Martina diciendo que está resfriada a las cuatro de la mañana y yo, que tampoco podía dormir, intento ayudarla. Así, nos despertamos los dos con un mal cuerpo considerable; ella con mocos y ojeras y yo con dolor de oído y cansancio generalizado.

Claro que han pasado más cosas esta semana. Incluso algunas más importantes y definitorias que las que he contado, pero son secreto sumarial.

El día a día de todos los días

house vida

Todos los días nos pasan cosas. No hay ningún día en balde. Hasta los días que no hacemos nada sirven para algo. Por mucho que te quieras quitar de en medio, la vida sigue fuera de tí.

En House existen dos líneas argumentales. Por un lado están los casos aislados que se van sucediendo capítulo a capítulo. Por otro está la vida personal del Doctor House. Ultimamente, la primera línea estaba perdiendo interés y se estaba haciendo monótona, mecánica. La segunda línea, la que de verdad da sentido a la serie y al personaje, ha crecido. Es curioso que los guionistas aun tengan cosas que decir sobre un personaje sobre el que parece todo dicho y les cueste dotar de interés a los temas médicos donde parece que hay infinitas posibilidades. Me quedo con esta segunda línea donde House decide qué hacer o no hacer con su vida.

A veces hay que parar. Respirar. Tomar aire. Huir de la monotonía y tomar una perspectiva más general. Mirar si lo que nos define son los eventos que nos ocurren o lo que somos.

El clásico ver la vida pasar o pasar por la vida.

El lunes vuelvo con fuerzas renovadas.

Tristeza

House triste

El capítulo de House de la semana pasada titulado “A simple explanation” fue muy triste. Todo empezaba como siempre empieza House, pero a los 10 minutos descubríamos la muerte de uno de lo personajes. Y de repente todo se nublaba. La fotografía adquiría unos tonos grises y desaturados que querían ser un reflejo del estado de ánimo de los personajes. Así, de repente. Como casi todo lo triste. De repente. Inesperado. Porque nadie va a ser tan tonto de esperar que la tristeza aparezca en su vida. Incluso más de uno que conozco que parece regodearse en su tristeza, seguro que en el fondo no la desea.

No le deseo la tristeza a nadie. Y hoy no estoy triste.