Semana de tetash

Yo no sé que ha pasado esta semana pero es que parece que las tetash nos han invadido. No ha habido día que no hayamos sido noqueados con una foto o un vídeo con las tetash de alguna señora como protagonista.

Empezamos la semana con Christina Hendricks. La primera en hacerse eco de esta foto fue Nazaret y la tituló de forma visionaria Globos de Oro 2010.

Obviamente los comentarios no tardaron en surgir: desde los que opinaban que era una exageración, los que sufrían pensando en los dolores de espalda de la pobre Christina, y los que simplemente sufrían. Tuvieron que pasar un par de días para que surgiera la respuesta a todas la preguntas: ¿como serían en movimiento?. Fue vía Eduo y sus imprescindibles compartidos de GReader que tuvimos la respuesta:

En este momento la cosa ya estaba desmadrada y todo macho alfa que se preciase de serlo había dejado algún comentario al respecto. Incluso Natxo Sobrado, al comentar via twitter los globos de oro de Mariah Carey, se rindió ante la evidencia:

La semana acababa de empezar y nos llegaron la imágenes de la nueva película de Julio Medem. Elena Anaya y Natasha Yarovenko dándolo todo. Y, de nuevo los comentarios no se hicieron esperar: Ponzonha y un servidor comentabamos sus propiedades masturbatorias, Diego se preguntaba cual sería su calificación, tras la X que le pusieron a Saw VI, y Alexliam se comprometía a informarnos acerca del tema a través de su garganta profunda. Hasta Vigalondo se preguntaba si el trailer no tendría demasiados espoilers.


Ya el viernes, Merylspider se propuso covertir #tetash en trending topic, pero no lo consiguió. Y es que soy de la opinión de que #tetash sin fotos que complementen a la palabra, pues no tiene éxito.  A pesar de todo, se abrió un interesante debate conyugal entre Merylspider y su novio, que ella supo resolver con un tópico tan socorrido como cierto.

Aquí la foto de la polémica:

Pasando a un vídeo, también hizo furor esta semana el de la chica que explica los emoticonos asiáticos. Está claro que el éxito de este vídeo no se debe a sus cualidades como tutorial.

Y para que veais que internet es una cosa viva, en el momento de redacción de este post, se produce una pequeña polémica entre Nazaret y Alexliam. El tema deriva de las capacidades interpretativas de Meryl Streep y terminan en las tetash de Amanda Seyfried.

Por último, agradecer a los aludidos sus inconscientes aportaciones a la elaboración de este post y, sobre todo, los innumerables buenos momentos que me hacen pasar en estos días tan duros para mí. Especialmente, destacar a Randy que no deja de ser el inventor del término tetash y a Nazaret que sin proponerselo, ha conseguido que este sea un post circular.
Gracias a todos.
Una última tetah de regalo

Una última tetah de regalo

The hangover (2009)

Aunque tenía interés en verla desde que vi el primer trailer, tengo que reconocer que no fue hasta que le dieron el Globo de Oro a la mejor comedia que me decidí a ver The hangover (¿por qué no se titula en español “La resaca”?). Y es de estas cosas de las que te arrepientes por no haberla disfrutado antes.


“The hangover” trata básicamente de eso, de una resaca, y para que queremos más. Podría parecer que películas como esta ya se han hecho, y es verdad que es así. Pero hay dos elementos que sobresalen especialmente en esta narración retrospectiva de una borrachera. En primer lugar, destaca la pericia narrativa para contar esta resaca sin el uso de flashback. Es lo que un vago guionista hubiese hecho, pero aquí no. Con un escrupuloso uso del punto de vista de los personajes vamos descubriendo qué ha pasado a la vez que ellos, y esto le da una frescura impresionante. En segundo lugar, destaca el ritmo de la película. Y es que, en el fondo, el secreto de una buena comedia es el ritmo. Que no es contar las cosas atropelladamente, sino de forma armónica. En “The hangover” los sucesos ocurren a una velocidad endiablada, pero nunca perdemos la perspectiva de lo que se nos está contando. Por último, el carisma de los actores. No puedes despegar los ojos del guapísimo Bradley Cooper, el sinvergüenza padre de familia. El tierno patetismo de Ed Helms y su diente roto nos cautiva desde el principio. Pero el rey de la fiesta es Zach Galifanakis; este hombre a una barba pegada coge su personaje bombón y lo eleva a categoría de mítico. El pozo de sorpresas es constante: no sabemos si es un enfermo, un retardado, o ambas cosas al mismo tiempo.


Pero lo que eleva aun más la categoría de “The hangover”, de película simplemente graciosa, a película importante es su reflexión sobre la madurez sin ningún atisbo de moralina. Los protagonistas son unos treintañeros que se comportan como adolescentes, pero en ningún momento se condena su comportamiento. Es la generación de los treintaytantos, a la que se nos exige que nos comportemos como adultos responsables. Pero una cosa no quita la otra. El hecho de que nos comprometamos, que seamos padres de familia, no tiene por qué impedir que nos lo pasemos bien, que nos emborrachemos, que desfasemos. Siempre nos quedará la opción de ver las fotos y después borrarlas.

15 de enero

Tras la punción lumbar la siguiente prueba era el electromiograma. Pero habría que esperar porque el Día de Reyes se metía en medio. Nos dijeron que los Reyes no vendrían a vernos porque sólo iban a la planta de los niños. Pero nos pusieron un mini rosco de reyes para desayunar que era el mayor insulto a la bollería desde el Tigretón y La Pantera Rosa. Menos mal que mi padre, tan atento siempre, me había traído un rosco del Opencor, que como es del Corte Inglés, pues era de una calidad suprema.

El día 6 me trajeron a Martina para que me despidiese y le diese un regalo que me habían dejado los Reyes para ella. Mis padres se la llevaban para Madrid y yo me quedaba en el Carlos Haya. Todo este tema estaba suponiendo un descontrol para ella: Belén todo el día para arriba y para abajo, ir a ver a papá al hospital y verlo en silla de ruedas, los cuatro abuelos dando vueltas por la casa… De todos modos, los Reyes no me dejaron sin nada y me trajeron los DVDs de WALL-E y Reservoir Dogs (que venía en una caja metálica con una camiseta).

Ya, por fin, llegó el día del electromiograma. La prueba tiene dos partes: en la primera parte, te van dando unas agradables descargas eléctricas en las extremidades para medir la conductividad del nervio, así durante 20 minutos; en la segunda parte, tras una pausa, te clavan unas agujas en los músculos para ver que tal están. Y diréis, pues como la acupuntura. Sí, como la acupuntura, pero después la doctora empieza a darle vueltas a la aguja, como rebuscando algo en el musculo y tú te sientes como Jack Bauer en sus mejores momentos. Y te acuerdas de Kiefer Shutherland, los guionistas de 24 y la madre que los parió.

Era el último día de inmunoglobulina y aun quedaba una prueba: la resonancia cervical. La máquina del hospital estaba estropeada así que nos tuvieron que llevar a un centro privado, a mí y a tres más de la planta de neurología. Nos sacaron a las seis de la tarde en una desagradable tarde de lluvia malagueña. Al final con tanto traqueteo, cogí frío y pasé la peor noche de hospitalización de todas. Directamente me dolía todo. Le dije a la enfermera que me diera algo y me dio un paracetamol y un orfidal. Mientras, mi vecino de habitación veía el episodio final de “Sin tetas no hay paraiso”, aquel en el que moría El Duque. A las dos de la mañana el coctel dejó de hacer efecto y le tuve que pedir a la enfermera otro paracetamol. A las seis me volví a despertar y ya no dormí. Era un dolor generalizado, incómodo, que calaba hasta los huesos, sobre todo en los brazos. Todo esto unido a un proceso que se estaba produciendo llamado enervaciones, que hacía que me despertase con un dolor intenso en los brazos. Básicamente era que los nervios estaban reaccionando y se descargaban alegremente.

Sólo quedaba esperar a los resultados y empezar a tramitar el traslado a Madrid. Dos días después, el 9 de enero, el neurólogo confirmó el diagnóstico de Síndrome de Guillain-Barré. Y, de nuevo, fin de semana. A esperar al lunes para que me confirmen el traslado y venga una ambulancia a recogerme desde Madrid. Lo que yo no esperaba es que, por temas burocráticos, tendría que esperar hasta el miércoles 14 para que me confirmasen mi traslado a La Paz.

El jueves 15 de enero apareció un señor conductor de ambulancia preguntando por mí. Me subió en una camilla y me trajo a Madrid. Donde llegaríamos ya de noche.


(CONTINUARÁ)

La mujer más payasa del mundo

Probablemente la mayoría de vosotros no sepa quién es Kristen Wiig. Pues es la mujer más payasa del mundo.

Kristen es actriz en Saturday Night Live, que, afortunadamente, poco tiene que ver con esa cosa que hizo Cuatro. Poco se puede encontrar del SNL por medios como youtube, ya que la NBC opina que sólo los telespectadores norteamericanos tienen derecho a verlo en su web. El único medio de ver a esta mujer en acción es buscar por ahí, pero yo os ayudo. El mayor problema del SNL es que carece de subtítulos en condiciones, aunque Canal Plus lo emite troceado y desordenado. Por eso me he animado a subtitular un sketch donde esta señora se luce y así entendéis lo que digo.


Kristen inaugura una nueva sección de este blog sobre señoras graciosas.

Kristen Wiig - Maya Rudolph - Tina Fey

3 de enero

La noche del 2 al 3 de enero de 2009 fue larga. El neurólogo no me vio hasta las once y media de la noche y, tras una exploración de un cuarto de hora, su diagnóstico fue claro: Síndrome de Guillain-Barré; hospitalización, cinco días de tratamiento y unas cuantas pruebas más. Estas cosas te superan un poco y no sabes como reaccionar. Está claro que si vas al médico es porque tienes algo malo, pero nunca esperas que te vayas a quedar a dormir en el hospital, a no ser que vayas con algo muy grave. Y yo no estaba muy grave, o al menos mis estado no era lo que comúnmente entendemos por gravedad.

Después de que el neurólogo me dijese que me tenían que ingresar tuve que esperar a que me asignasen cama. Otra odisea. Me dio tiempo a montar bronca, poner a parir a las enfermeras y a la madre que las parió. Tampoco es que ellas tuviesen culpa pero es que mi cansancio y estado físico en ese momento ya no era como para estar muy tranquilo. Así, a las 5 de la mañana me metieron en una habitación donde había otros dos enfermos durmiendo plácidamente, aunque en un hospital nunca se duerme plácidamente. Obviamente se despertaron los pobres, porque intentar meter una cama en un espacio donde, en teoría, sólo debe haber dos camas es un proceso complejo.

Ya por la mañana empezaron a ponerme el tratamiento con inmunoglobulina y corticoides, que duraría cinco días. Como era sábado no me harían ninguna prueba más hasta el lunes. Lo primero que se me quitó fue el dolor de cervicales, pero la debilidad de piernas y manos continuaba. Básicamente, apenas podía abrir la mano derecha, tenía muy poca fuerza en los brazos, me dolían mucho los gemelos y, en general, las piernas las tenía muy cansadas. Como era sábado, las visitas se sucedieron: mis padres vinieron de Sevilla, Richard vino de Madrid y, poco a poco, Belén fue llamando a todo el mundo para dar la noticia.

Una de las peores partes de estar hospitalizado son los fines de semana. Todo se para, no te hacen pruebas y los médicos, si pasan, lo hacen aprisa y corriendo. Por eso, hasta el lunes no me hicieron la punción lumbar. Mucha gente me había dicho que lo de la punción era un proceso muy doloroso. Afortunadamente, no soy muy miedoso para las intervenciones médicas, así que afronté la prueba con tranquilidad. Es verdad que no es agradable que te claven una aguja de 20 centímetros en las espalda con la intención de sacarte una gotita de líquido espinal, pero tampoco fue para tanto. Lo peor fueron las cuatro horas que tienes que quedar inmovil porque parece que te ha pasado una apisonadora por la espalda.

Como decía antes, en el hospital no se duerme bien. Me costaba mucho dormirme y me despertaba a las seis de la mañana. Aproveché para ver muchas cosas que tenía atrasadas: Una temporada y media de Saturday Night Live, “Tell me you love me” al completo, la sexta temporada de “Curb your enthusiasm”. Eso en apenas cuatro días. Sólo quedaba esperar a los resultados de la punción y a seguir con más pruebas.

(CONTINUARÁ)